domingo, 30 de septiembre de 2012

"Yo soy una y soy mil, todas las vidas pasan por mí". Alfonsina Storni, sus flores y su mar.

Siempre me llamó la atención la vida de Alfonsina Storni, gran poetisa argentina, nacida en Suiza. Desde chica, oí hablar de ella, de sus poemas románticos y (ahora lo entiendo) eróticamente atormentados. Me acuerdo una vez de una maestra que nos hizo escuchar la zamba Alfonsina y el mar, de Ariel Ramírez y Félix Luna, cantada magníficamente por Mercedes Sosa. Sin embargo, poco nos enseñaron de su vida y de su obra. Nunca había leído una de sus poesías, hasta que me puse a buscar en la red y encontré flores, colores, lágrimas, alguna que otra rima, un mar... un mar que se lo llevó todo, o que la acompañó en su partida, puntos de vista. 

Alfonsina Storni nació en Sala Capriasca, Suiza en 1892. Sus padres eran de Lugano, pero habían vivido en Argentina antes del nacimiento de la hija. Regresaron al país después de un tiempo, instalándose en San Juan, donde la familia tenía una cervecería. A los pocos años, se mudaron a Rosario y allí Alfonsina, cansada de las tareas del hogar que no la conformaban, empezó a buscar trabajo para independizarse, primero en una fábrica y luego como docente, pasando por el oficio de actriz. 
En 1911 se trasladó a Buenos Aires, donde dio a luz a su hijo Alejandro, de quien se desconoce el padre. En la Capital entabló amistades con distintos poetas de la época, entre ellos Horacio Quiroga y Juana de Ibarbourou. Superada una fase incial algo difícil, supo demostrar sus cualidades poéticas: en 1920, publicó Languidez que le mereció el Premio Municipal de Poesía y el segundo puesto del Premio Nacional de Literatura. En 1925 sacó el libro Ocre, con el que marcó un cambio de rumbo en su poesía, pudiendo tratar temas ligados al feminismo y a la realidad de las mujeres de aquella época. 
Alfonsina fue una poetisa reconocida en el país y en América Latina. Sin embargo, sus últimos años se vieron ofuscados por la enfermedad y la depresión: en octubre de 1938, se quitó la vida en Mar del Plata, arrojádose desde una escollera, o como dice la canción en la versión más romántica de su muerte, internándose lentamente en las frías aguas del mar.

Sin duda, habría muchas más cosas para contar sobre su vida, pero prefiero elegir sus obras, o algunas de ellas, para que hablen por sí solas y nos digan quién era Alfonsina. Espero que les gusten.

Alfonsina Storni
Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

De mi piel errada tal vez

¿Puede la piel estar tan errada?

Decime, ¿tu piel se eriza al roce de cada piel?
Dime, ¿tus ojos sonríen al ver lunas ajenas?
o, ¿acaso tus labios buscan siempre otros labios,
insaciables
incansables,
agotándose sobre otros regazos?
¿Puede la piel estar tan errada?

Contame, ¿tus manos arrebatan 
todas las noches ropajes
armaduras, 
disfraces?
Cuéntame, ¿tus dedos exploran
profundidades escondidas
con cada puesta del sol?
¿Puede la piel estar tan errada?

Hablame de tu vientre
sobre otros vientres,
de tu pecho enardecido
que encuentra relieves,
y planicies.
Háblame de tu virilidad encendida
indomable
que derrumba el misterio,
lo conoce
lo besa
lo derrite
lo estremece,
hasta volverlo otra vez
misterio.

Dime, cuéntame, háblame 
de ti
de quien sos vos.
Narrame tu vida como
un cuento, una gran aventura. 
Pero mentime, te ruego,
si derrumbas otros misterios,
si exploras guaridas secretas,
si tus labios sedientos
buscan labios cualquiera.
Miénteme y dime que no,
que no hay misterios,
que no existen escondites, 
que tu sed no se cura 
si no es con mi boca. 

¿Puede mi piel estar tan errada?

sábado, 22 de septiembre de 2012

Tras los pasos de Cortázar por Montparnasse.

Viernes gris, último día en París. El cielo plomizo se va abriendo paso entre medio del poco celeste que queda. Camino por Montparnasse tratando de seguir, en vano, el recorrido que me sugiere la guía. Qué fácil es perderse entre tanto verde, tantas callecitas y tantos pensamientos. 
Pienso en aquellos que en un pasado no muy lejano miraron el mismo verde, caminaron las mismas calles y pensaron...¿las mismas cosas quizás? ¿En qué pensaban ellos?

París, Sena
"Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada cintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico".

martes, 18 de septiembre de 2012

"Unos dicen que soy de los que van, aunque estoy descansando del camino". Carmen Conde y su valiente canto de amor

Descubrí a Carmen Conde hace un par de años, gracias a un curso de Literatura Española de mi facultad sobre la poesía y las mujeres. Me gusta poder conocer a autores nunca antes leídos, es como hallar algo importante que venías buscando hacía tiempo. Es la sorpresa de leer versos distintos, pero también la complicidad de saber exactamente de qué hablan.

Carmen Conde nace en Cartagena, España, en 1907. Licenciada en Filosofía y Letras, se dedicó a la docencia, fundando junto a su marido la primera Universidad Popular de Cartagena. Supo conciliar su profesión con la poesía, publicando detrás del nombre Florentina del Mar varios libros de prosa y de poética. Además, fue la primer mujer en obtener un puesto en la Real Academia Española.

He venido a quererte, a que me digas tus palabras de mar y de palmeras;
tus molinos de lienzo que salobres me refrescan la sed de tanto tiempo.
Me gusta leerla porque es una mujer fuerte, valiente, que le canta al amor sin tapujos, sin miedos. Quién pudiera hacerlo! Quién fuera tan valiente para amar sin reservas, y gritarlo a los cuatro vientos porque sí. Carmen Conde le habla a su hombre de igual a igual, desde la misma altura, sin asustarse de ese miedo que lo abarca todo cuando el corazón te estalla en el pecho y la piel te queda chica.

lunes, 17 de septiembre de 2012

Pequeña reflexión desde Pont Alexandre

El tiempo en París es bastante inestable: llueve, sale el sol, se nubla y hace frío. Es miércoles y estoy en Pont Alexandre III mirando el Sena. Hoy visité el Louvre -siempre inmensamente clásico - y luego caminé por los lujosos Champs-Élysées. Me pregunto por qué París es la ciudad más romántica del mundo para muchos. ¿Qué factores determinan el romanticismo de un lugar?
Apoyada sobre la fastuosa baranda del puente creo escuchar las melodías de Yann Tiersen que me acercan a la ciudad de Amélie Poulain. Será el ambiente que existe en París, o el arte por doquier. Tal vez es lo que esta maravillosa ciudad significa para el mundo de las artes: la cuna de las ideas revolucionarias, la mesa de un café en Montparnasse, el lecho vacío el día después de la pasión. 
El amor se respira en el aire en París, así dicen. El amor se palpa, se siente... se siente, sólo porque ya lo sentís adentro, con vos. Cruzar uno de los tantos puentes de esta ciudad y contemplar su río, te evoca momentos, miradas, roces. Quizás una persona, dos, o tres. El Sena y yo, en Pont Alexandre, con el sol de frente, la Torre Eiffel a lo lejos, Invalides a mi izquierda. El dorado de las esculturas encandila en un día como hoy, pero no podés dejar de mirarlas pues el cielo cinéreo insiste en mostrártelas, resaltando el oro de una espada o de un par de alas.
Cinco años atrás yo, desde este mismo puente, miraba este mismo río y dedicaba latidos a una persona de la que hoy recuerdo apenas su voz. Cuántas miradas desperdiciadas, cuántos puentes derrochados en alguien tan lejano, cuánto río para una pasión tan chiquita. ¿Y ahora qué? ¿Las pasiones son grandes, los puentes acercan y las miradas hablan por sí solas? ¿Acaso ahora el corazón se te infla en el pecho y lo abarca todo, empujando, exigiendo más espacio? Y ahora, ¿qué? El Sena es siempre el Sena, los puentes parisinos allí estarán, fieles a su destino, ¿pero tus ojos: qué otras pasiones los encienden? ¿Qué otros temblores los hacen llorar? 
 
¿Tus ojos acaso todavía se emocionan? 

Pont-Alexandre-ParisPont-Alexandre-Paris

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